lunes, marzo 12, 2007
Tres años después de la matanza de Madrid
Hoy, la portada de el periódico la han ocupado estas palabras...

NUNCA hubiera imaginado que mi vida iba a convertirse en lo que ha sido desde el 11 de marzo del 2004. Nunca hubiera imaginado que tres años después las cosas estarían tan mal. Nunca me creí aquello de que todos íbamos en ese tren. Hoy menos que nunca. Las páginas de los periódicos, las firmas de ciertos periodistas, por desgracia, me dan la razón.

NUNCA pedí estar donde estoy. Nunca me he creído con más derechos por ser víctima. Nunca me he considerado más autorizada para expresar mi opinión que otra persona. Nunca he pretendido ser jurista. No permito que aquellos que tenían el poder de hacer cumplir las leyes pretendan ahora culparme de no querer redactarlas. Los que se manifiestan estos días en mi nombre y el de otros como yo jamás me han preguntado lo que pienso o lo que siento. Si quieren mi protagonismo les cambio el sitio. Pero con todo. Les ofrezco también mi sufrimiento. A quien pueda interesar le diré que por tercer año consecutivo el 11 de marzo lo paso fuera de España. Porque hay una parte de esta España tan unida, tan decente, tan de gentes de bien que a veces duele y avergüenza demasiado, que pregunta muy poco, que escucha mucho menos, que hace demasiado ruido y que no se interesa por cuidar a quienes tienen la indecencia de decir que representan.

NUNCA he dado permiso a nadie para hablar por mi boca, para llorar por mis ojos, para decir cómo debo sentirme. Por eso me da tanta vergüenza que unos u otros intenten aprovecharse de la debilidad debilidad de la víctima. Por eso, además de al dolor de una pérdida, me enfrento a la rabia de saber que somos juguetes en manos de quienes tuvieron el poder de haber evitado tantos asesinatos y tantos intentos de asesinato. Juguetes para jugar a su juego de buenos y malos.

NUNCA he permitido que ningún político hable en mi nombre, o me hable de héroes, o me dé palmadas en la espalda. Hoy tampoco. A quien pueda interesar, soy una persona normal, tengo 29 años, lucho cada día por mantenerme fuera de este circo; sueño con que algún día se olvidarán de nosotros, dejarán de aprovecharse de nuestra desgracia, de escupir en nuestras heridas para hacerlas sangrar y ofrecernos la pomada-que-todo-lo-cura. A quien pueda interesar, no soy solo una víctima del terrorismo, como cualquier otra persona tengo una vida compleja, con problemas y alegrías. A mi dolor por ser víctima, a veces se le añade el ser mirada solo como víctima. A quien pueda interesar, tengo familia a la que quiero y me quiere, también tengo amigos. Ellos son quienes me escuchan, quienes me conocen, quienes me preguntan, quienes me consuelan, quienes me hacen reír, quienes me respetan, quienes nunca han osado aprovecharse de mí, quienes nunca me han vendido por un precio tan bajo. Ellos son los que sufren conmigo si me hacen daño y son felices cuando sonrío. Ellos son los que llevan conmigo tres años en este tren.

Bárbara Morales García
Viuda de J. G., uno de los 16 asesinados el 11-M
en el tren de la estación de Santa Eugenia.


4 Susurros:

Blogger Kevin said...

Quina gran veritat ha redactat aquesta dona.

Parlen per ella, quan mai ningú l'hi ha demanat cap opinió. Tot per a fer electoralisme, cos ainadmisible.

Si no hem de jugar amb foc, amb això tampoc, que és molt semblant.

Blogger Piper said...

Todo es política y siepre acabamos igual... Yo me parece que había estado en Atocha unos días antes, dando una vuelta con una amiga...
=(

Recuerdo que ese día ni dimos clases, porque cuando salimos de casa, pensaban que fue que había estallado un tren o algo... Vamos, un accidente; pero a primera hora, el profe de filo (nos tocaba filo), puso la tele y recuerdo que dijo: 'Chicos, a sido ETA'. Y nada de clase en clase con la tele puesta, la radio, juntábamos a la gente que no tenía tele en el aula con la nuestra, yo con la radio del móvil...

Anonymous Anónimo said...

Me parece una vergüenza lo que hacen las televisiones cada 11 de marzo. Yo no la veo jamás ese día, es recordar el sufrimiento. Murieron vecinos míos, y tuve la suerte de que a uno de mis mejores amigos se le fuera el tren delante de sus narices: se había quedado dormido. Recuerdo llamarlo durante horas, desesperada, no lo cogía. No podía parar de llorar de rabia. Sobre la 1 de la tarde me llamó para decirme que estaba bien y le dije que necesitaba verlo. Jamás daré un abrazo como el que di a Miguel, y eso que ya ni si quiera somos amigos, pero siempre me alegraré de que se quedase dormido el día 11 de marzo de 2004.

Sé que está presente en toda España, pero en Alcalá es casi un tema tabú, la mitad de los viajeros eran de alli.

Anonymous Anónimo said...

Hola Nuria. Llegué a tu blog a partir de tu visita al mio y me pareció muy bueno. Gracias por tus palabras.
Acá en Buenos Aires sufrimos lo de la embajada de Israel y la AMIA.
Nuestros políticos en lugar de investigar ocultaron pruebas y atraparon como les decimos acá perejiles (sin importancia).
Yo la mañana del segundo atentado tenía que haber pasado por esa vereda para comprar unos libros para la facultad y me quedé dormida.
Cuando ví lo que pasó no podía creerlo. No puede despegarme del televisor en todo el día, pero siempre con la sensación de que eso no podía ser verdad. Que tanto odio no podía ser cierto. La AMIA esta cerca de un hospial universitario al que asiste muchísima gente, algunos que murieron (incluso niños) iban camino allí. Hoy todos, tanto los que son de la colectividad judia como quienes no lo somos seguimos esperando en vano que todo se esclarezca.
Les mando un abrazo grande que cruce el oceáno a todos allá. Y espero que estas atrocidades no se repitan en ningún lugar del mundo.

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