Es indignante el poco caso que se nos hace a los jóvenes en esta sociedad. Las multinacionales juegan con nosotros, bombardeándonos cada vez más con una publicidad que nos convence que lo más importante es el consumo, generar riquezas monetarias, y que la globalización y este mundo de falsedades es el único camino que nos queda por elegir. Si los responsables de este mundo son todos adultos y el mundo está como está, ¿no será que deben prestar más atención a los jóvenes? ¿No será momento de pensar que los valores del capitalismo, globalización y guerras inútiles están vigentes sólo para construir grandes negocios?
Contrariamente a lo que digan algunos, a los jóvenes nos duele el mundo en el que vivimos pero parece que nosotros le dolemos al mundo. Nos tienen desprotegidos, entre la infancia y la edad adulta. Quieren que conservemos la inocencia para que así no nos formemos una opinión crítica sobre la vida y el mundo. Al mismo tiempo, nos hacen madurar para contagiarnos el consumismo, la falta de ilusión y de esperanza que parece imponerse en todo el planeta. ¿Por qué quieren arrebatarnos la rebeldía, el idealismo, la vitalidad, las ganas de vivir y de cambiar el mundo? ¿Por que se empeñan en convertirnos en unos viejos prematuros?
Sin embargo, algunos de nosotros todavía no nos dejamos avasallar por el conformismo. Probablemente todavía no sepamos lo que realmente queremos pero sí que estamos seguros de lo que no queremos. No queremos vivir en un mundo de basura que vaya desgastando paulatinamente nuestra vena sensible. Por mucho que les duela a unos, los cambios fundamentales en el mundo fueron emprendidos por los jóvenes. Muchos de nosotros no dudamos ni un momento en abarrotar las grandes avenidas y plazas para protestar contra la absurda invasión a Irak. Gracias a las movilizaciones que han tenido lugar en nuestro país los últimos años, hemos podido decir No a las mentiras que, a base de repetirlas millones de veces, querían convertir en verdades.
Aún así, las riendas del poder siguen estando en manos de los veteranos. Algunos tan veteranos que han tenido que "democratizarse" para poder consumar sus ansias de poder. ¿Cómo puede ser que en una democracia tan joven como la nuestra, hayamos tenido que soportar a gobernantes que provenían del franquismo? Como afirma el refrán: Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Es un ejemplo clarísimo de lo poco gustamos los jóvenes y nuestras ideas novedosas, tanto si son de derechas como de izquierdas. Los mandatarios ya se encargan de tirarnos por la borda a nosotros y la cultura ya que todo aquello que pueda hacernos pensar y rebelarnos puede resultar peligroso para ellos.
No obstante, no debemos olvidar que algún día nosotros nos convertiremos en mayores igual que ellos fueron también jóvenes en su momento. Entonces, ¿cual es el secreto para nuestra salvación?
Desde mi humilde opinión, pienso que no debemos quedarnos de brazos cruzados ante las injusticias que ocurren en nuestro planeta. Es verdad que cambiar el mundo no es algo que dependa única y exclusivamente de nosotros y que, a veces, parece que todo está perdido. Pero también es verdad que perder la esperanza es el primer paso para que las cosas se queden como están, que unos pocos afortunados sigan viviendo una vida de lujo a costa del sufrimiento de millones de seres humanos y de la naturaleza.
Puede que suene a tópico, pero por suerte nosotros somos el futuro, somos nosotros los que substituiremos a todos aquellos que ahora nos dejan de lado. Aunque a veces nos sintamos aturdidos, perdidos y desesperanzados siempre es posible conservar una pizca de optimismo que ilumine débilmente estos tiempos de tanta oscuridad.
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